lunes, abril 25, 2005

25 de Abril

CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE.

Surcar la procelosa mar de las ondas hertzianas puede ser una excelente terapia para el espíritu, en aquellos momentos en los que se derrumba y nos sentimos vacíos, perdidos en su vasta soledad. Proust conocía bien el efecto revitalizador de las tempestades, y por eso acudía en sus tiempos perdidos (que no muertos) al recuerdo de las costas bretonas, allí donde el Atlántico se bate con Europa sin descanso. Iba a chutarse rugido de olas, y hordas aulladoras de vientos y de lluvia... Pero yo necesito mucha paz interior. Por eso estoy gozando de este viaje. Nuestra nave galopa sobre el lomo de agua de la primera bestia de este mundo, y lo hace suavemente... dejando que se escuchen los sonidos de fondo del camino...

Pronto la cabalgada es un paseo. Son nuestros propios pies los que nos llevan, porque hay eco de pasos. En el espacio tiempo se perciben honduras, distintas densidades, se le llama aire libre. Un murmullo de fondo nos habla en el secreto lenguaje de las plantas, como un flujo que canta en muy baja frecuencia. Una conversación que nunca cesa entre los nuevos brotes - unos recién llegados-, y los pacientes árboles, a veces centenarios, que conocen a fondo los misterios del bosque. Pero también ranas en coro de burbujas, con ojos asombrados, hechizadas por su propio runrún. Y pájaros que llevan en la voz las canciones que canta el aire entre los picos, refrescantes como ese yoreloreleriú que hubo entre Heidi y Pedro, a espaldas del abuelo. Inevitablemente, el paseo nos devuelve al pasado, al placer infantil con el que comenzamos a ir un poco más allá y empezó a construirse el universo. Aquel fue el primer paso de este viaje en pos de la quimera.
Seguimos navegando. Hacia el punto de fuga por el que el Sol se escurre de la faz de la tierra. Un rumbo que el azar ha señalado, y al que la timonel ya ha puesto proa: el puerto resguardado de la Ciudad Invisible.


[Hoy navegaremos por el Parque Nacional del Guadarrama, desde dentro y desde fuera. También nos visitará el músico Omar Faruk Tekbilek, para presentarnos su nuevo disco The Patience Tree, y acabaremos rodeados de batracios en la exposición El encanto de las ranas que se puede ver en la Fundació Caixa Laietana]

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