miércoles, diciembre 22, 2004

Para la Exposición "Notas para la Educación Estética de la Burguesía" de Fernando Sánchez Castillo (La Ciudad Invisible)

Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema.

Los pasos perdidos
Alejo Carpentier

martes, diciembre 21, 2004

Para la Iluminación Navideña de Manuel Estrada (La Ciudad Invisible)

No es lo escrito lo que está amenazado hoy día, sino el sistema nervioso central capaz de utilizarlo. En realidad, la crisis se presenta primero al interior de las elites. Son los responsables de lo escrito quienes están en caída libre: sus propietarios, sus agentes de transmisión, su clero. Nada más fácil de verificar. Un cura, por ejemplo, ignora su Biblia. Un filósofo no sabe muy bien lo que Nietzsche o Hegel han dicho. Un crítico literario es incapaz de distinguir un libro bien escrito de un volumen repleto de clichés. Un escritor profesional, más o menos embrutecido por la vida convencional que lleva, se contenta con volver a publicar, salvo con algunas variantes, el mismo libro. Un poeta está satisfecho con que se lo llame de esa manera, pero se vería en la imposibilidad de recitar de memoria diez versos de Baudelaire. Un periodista, a fuerza de leer los diarios para volver a copiarlos, no descifra más que la disminuida escritura periodística. Un editor, obsesionado por la lista de las mejores ventas, se olvida de abrir un libro durante el fin de semana, como lo demandaría su oficio. Todo el mundo cree saber un poco sobre casi todo. La verdadera causa es la inmensa, la inconcebible pereza de los funcionarios culturales. Entiéndase: funcionarios, editores, escritores, periodistas. Están ahí, cómodos, atiborrados de buenos pensamientos y de sermones democráticos, sabiamente anti-intelectuales (ya que los intelectuales se han equivocado siempre), satisfechos de su avance social, arribados providencialmente, y decididos a que no se mueva nada.

Elogio del infinito
Philippe Sollers

domingo, diciembre 19, 2004

¡Adelante!

Suspendidos, como estamos, entre dos eternidades de ociosidad, no tenemos excusa para permanecer ociosos ahora.

Anthony Burgess

viernes, diciembre 17, 2004

Gente parada, malos pensamientos

Permítame que discrepe

Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!

Ramón y Cajal

Para abrir boca, boquiabierto

Increíble el primer animal que soñó con otro animal. Monstruoso el primer vertebrado que logró incorporarse sobre dos pies y así esparció el terror entre las bestias normales que aún se arrastraban, con alegre y natural cercanía, por el fango creador. Asombrosos el primer telefonazo, el primer hervor, la primera canción y el primer taparrabos. Hacia las cuatro de la mañana de un catorce de julio, Polo Febo, dormido en su alta bohardilla de puerta y ventanas abiertas, soñó lo anterior y se disponía a contestarse a sí mismo.

Terra nostra
Carlos Fuentes