18 de Abril
CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
Sopla un tifón venido de no se sabe dónde, con la fuerza de cientos de titanes. Zarandea el navío sin ningún miramiento, como jugueteando con las enormes olas excitadas. Y aquí arriba, en la cofa, me parece escuchar en el rugir del viento el eco de la risa de las nubes que pasan, nos señalan y dicen “mirad cómo se mueven”, y siguen su camino de indolente rebaño sumiéndose en la niebla del éter del sonido...
No sé dónde está el chiste; no le encuentro la gracia yo al asunto... Si no es de esta manera, al ritmo caprichoso del océano, no hay modo de viajar por el espacio-tiempo. Las cosas y los seres suelen verse ceñidos por una tenue línea, quebrada e intangible, a la que hay que buscarle el intersticio. Mientras no lo encontremos no habrá nada que hacer. Podremos andar cerca, piel con piel que se dice, y no hallaremos modo de acceder al secreto que siempre está escondido. Pero cuando acertamos a dar con la hendedura, cuando se abre el camino entre las negras sombras, podemos prepararnos para cualquier sorpresa. Veremos el gigante que atesora el pequeño, la heroína en la amante que duerme a nuestro lado, o una exótica dama del Oriente en el amigo que sonríe en silencio... cualquier magia es posible en esa esfera incierta, el portento está ahí durmiendo el dulce sueño que tienen las quimeras... la utopía que vamos persiguiendo...
No sé dónde está el chiste; no le encuentro la gracia yo al asunto... Si no es de esta manera, al ritmo caprichoso del océano, no hay modo de viajar por el espacio-tiempo. Las cosas y los seres suelen verse ceñidos por una tenue línea, quebrada e intangible, a la que hay que buscarle el intersticio. Mientras no lo encontremos no habrá nada que hacer. Podremos andar cerca, piel con piel que se dice, y no hallaremos modo de acceder al secreto que siempre está escondido. Pero cuando acertamos a dar con la hendedura, cuando se abre el camino entre las negras sombras, podemos prepararnos para cualquier sorpresa. Veremos el gigante que atesora el pequeño, la heroína en la amante que duerme a nuestro lado, o una exótica dama del Oriente en el amigo que sonríe en silencio... cualquier magia es posible en esa esfera incierta, el portento está ahí durmiendo el dulce sueño que tienen las quimeras... la utopía que vamos persiguiendo...
Seguimos navegando... O eres tú quien te mueves, y estamos aquí inmóviles. Como estatuas de voces olvidadas. Esperando el momento para abordar tu mente y, a través de tus ojos, tratar de descubrir las dársenas amables de la Ciudad Invisible.
[En cubierta Cristina Morató con su libro Las Damas de Oriente, los responsables de Mira cómo se mueven (exposición de la Fundación Telefónica) y, desde Jerusalem, Agustín Remesal, director de la serie La raya quebrada (TVE)]
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