O sea, Pi (Germán Díaz)
Nos llega desde Producciones efímeras O sea, Pi el último disco en solitario del músico vallisoletano Germán Díaz tras su anterior trabajo Sin Título (2005) dentro de la formación Rao Trío.
En O sea, Pi, Germán Díaz pone en solfa la supuesta rigidez de algunos antiguos instrumentos musicales de manivela dándole al pedal. Me explico:
Por una parte tenemos una dieciochesca caja de música y un órgano de barbaria fabricado en 1880 por Thiouville, instrumentos mecánicos que leen a golpe de manubrio unos cartones perforados con una melodía programada.
Por el otro, la zanfona, instrumento del cuál el estudioso de la cultura tradicional Joaquín Díaz (tío de Germán, para más señas) apunta “baste decir que ya en los siglos X y XI era instrumento conocido en Europa de donde llegó a España a través del camino que hacia Santiago de Compostela seguían los peregrinos”. (Romancero castellano, Joaquín Díaz).
A todos estos se une la tecnología a través de una pedalera que graba las melodías en directo y después las lanza hasta el infinito, y más allá, para improvisar sobre ellas.
Tenemos pues las varillas para construir una escalera a las nubes.
Aparece Germán Díaz. La orquesta está completa.
Vamos a despegar.
Aparece Germán Díaz. La orquesta está completa.
Vamos a despegar.
La hoja de ruta sólo incluye unos versos de Matsuo Bashoo:
No sigas las huellas de los antiguos
Busca lo que ellos buscaron
Busca lo que ellos buscaron
Y la verdad es que en O sea, Pi, el viajero inquieto encuentra lo más importante: caminos. Sendas trazadas por las melodías geométricas de Germán Díaz, que es capaz de pasar de la serenidad de la música de cámara (con un zoom en espiral desde un eco a violonchelo) a los éxtasis en los que se descuelga por el teclado como un rockero por su mástil, arañando las cuerdas. Distorsionando. Con delicadeza, pero con presencia. Llevándonos de Guarda la rama, al Sertao... o de una canción de cuna matemática a una nube... formulaciones oníricas todas en las que, como el propio Germán Díaz afirma, O sea, Pi “es igual al perímetro de la música mecánica, dividido por el doble de la improvisación...”.
Vedle aquí en acción. Es una pasada en planeador a manivela.
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