La soledad de las vocales (José María Pérez Álvarez)

En La soledad de las vocales José María Pérez Álvarez se lanza a una obra coral, eso sí, narrada a una sola voz. Y es la capacidad del protagonista de asumir en su delirio alcohólico al resto de inquilinos de la pensión Lausana lo que determina el discurso desbordado que, finalmente, el autor decidió fragmentar para facilitar la lectura.
Una patulea de personajes marginales recorren las páginas de la novela, pero todos ellos tienen aún una esperanza que, curiosamente, se alimenta de algún pasado momento de bienestar. “El que tuvo retuvo”, parece venir a decirnos un autor a quien gusta frecuentar ese tipo de lugares dejados de la mano de dios, ese tipo de “familias” que el azar aglutina para dejarlas después, arrumbadas, en viejos cuartuchos de pensiones baratas a las que se les apagan las letras del cartel.

Según confiesa el autor ’prefiero vivir como lector que como escritor, y podría prescindir de escribir, pero no de leer’; el caso es que ahora, gracias a La soledad de las vocales tiene excusa para dedicarse a la escritura durante una temporada.
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